Lugar común de lo diferente
Guía para facilitadoras
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Prólogo
Los talleres de Carmina Hernández contradicen su nombre, no son un lugar común —en el sentido coloquial de la expresión— sino una experiencia inédita. Constituyen un espacio lúdico, de reflexión y trabajo donde aprendemos a asumir nuestra vulnerabilidad, nuestras diferencias y donde paradójicamente encontramos nuestra identidad, generando un nosotros fuerte. Ella utiliza la discapacidad como un motivo para que todos —los que la tienen y los que no— reflexionemos juntos sobre nuestras limitaciones, nuestra fragilidad, los obstáculos y los retos que cada uno enfrenta y nuestros derechos. Durante los últimos ocho años, el Fondo Memorial Eduardo Vargas A.C. le ha solicitado a Carmina que imparta sus talleres dirigidos a padres de familia, maestros y promotores sociales, a niños y jóvenes con y sin discapacidad, en cada una de las organizaciones que el Fondo apoya y que constituyen la Red Discapacidad y Comunidad. Se trata de organizaciones sociales que trabajan para dar atención integral y abrir las puertas de la plena inclusión social a niños y jóvenes con discapacidad y sus familias. Los talleres han sido una forma de vincular a estas organizaciones y hacer operar una red que respeta las diferencias y nutre las semejanzas entre ellas. Al fortalecer a los papás, dándoles el apoyo que necesitan para convertirse en padres verdaderamente aceptantes; al nutrir la autoestima de los niños con discapacidad; al promover que los jóvenes se asuman como personas con derechos; al sensibilizar a la comunidad Carmina y sus talleres Lugar común de lo diferente van abriendo espacios donde las diferencias son vistas como parte de la riqueza del grupo, como motivo de crecimiento, de solidaridad y de encuentro. Cuando conocí estos talleres, me parecía que su único defecto era que no se podían reproducir. Yo sentía que todos deberíamos tener la experiencia y la oportunidad de crecer que nos ofrecía en cada sesión. Sin embargo, me decía, esta experiencia depende de cualidades que sólo Carmina tiene: la forma desparpajada, antisolemne y clara como asume su discapacidad; su capacidad de jugar, su sentido del humor y su enorme creatividad; el respeto e interés con el que escucha, y por último una destreza extraordinaria que ella ha desarrollado a partir de su propia limitación. Carmina, quien tiene parálisis cerebral, articula cada palabra con mucha dificultad, pero eso la ha llevado a decir las cosas más sabias y más profundas con una brevedad y una redondez contundente. Sus palabras son las esenciales. Todo esto, es irrepetible. Y una vez más Carmina me sorprende. Esta guía es una apuesta generosa a que los demás también podemos lograr esos espacios de encuentro. A partir de un análisis objetivo y sistemático de sus más de quince años de experiencia impartiendo talleres, nos devela con palabras muy sencillas su metodología de trabajo, sus estrategias de comunicación y las muchas dinámicas que ha retomado e ideado para ponernos a todos a crear, a jugar, a reflexionar en lo que juntos podemos hacer para inventar un mundo sin barreras, donde las personas con discapacidad puedan desarrollar sus capacidades, ejercer sus derechos y aportar eso único y diferente que cada uno es. Un mundo en el que la palabra todos, de veras nos incluya a todos. Alicia Molina Directora ejecutiva del Fondo Memorial Eduardo Vargas |
Los motivos de la guía
A lo largo de los años he tenido la oportunidad de dar el taller Lugar común de lo diferente a grupos de muy diversa índole: madres de familia de comunidades indígenas y rurales, personal de centros de rehabilitación, educadores de escuelas públicas, en los CECATIS y a jóvenes, niños y niñas. Entre muchos otros lugares, frecuentemente he dado el taller en San Antonio Buena Vista, Chiapas, una de las comunidades en las que se vive en condiciones de mayor pobreza en nuestro país. Mario es un promotor de esa comunidad y trabaja con los niños con discapacidad en CAMAAD. En una ocasión Mario me dijo con un brillo intenso en sus ojos: —Yo tengo que trabajar duro, no importa cuánto me cueste, para que mi hija pueda ser lo que quiere ser. Ella dice que quiere ser doctora. Yo no pude estudiar, pero quiero que mis hijos sí lo puedan hacer. Esto me conmovió profundamente. La pequeña hija de Mario tiene parálisis cerebral infantil y en aquel entonces tenía menos de 7 años. Yo no sé si ella será doctora, pero lo cierto es que esa niña tendrá la oportunidad de ser lo que desee. Este hecho tiene otro significado también muy importante. Mario es un hombre que está aceptando, valorando, creyendo, apoyado y realmente amando a su hija, dentro de un mundo que privilegia a los hombres, y que también es excluyente, injusto e ignorante frente a las personas con discapacidad. Mario y Toño, otro promotor indígena amigo mío, llegaron una noche y me compartieron su deseo de dar talleres en su comunidad. Como ambos habían ya estado en varios de mis talleres, les propuse que a la mañana siguiente dieran ellos el taller en mi lugar. No tuvieron que pensarlo ni medio segundo, a los dos se les iluminó la cara. Al día siguiente el taller fue maravilloso, y me di cuenta de que tan sólo por haber estado en los talleres ya habían captado la esencia para ser unos grandes facilitadores. Creo que esta historia aclara los motivos esenciales que me han llevado a crear esta guía que está dirigida especialmente a mujeres y hombres que deseen ser facilitadores en sus comunidades indígenas o rurales. Me parece que no hay nadie más adecuado para generar cambios en las comunidades como las madres y los padres de familia, las personas con discapacidad, y las y los jóvenes de esas mismas comunidades. Inicialmente el apoyo de UNIFEM especificaba que esta guía debía estar dirigida a mujeres con o sin discapacidad (madres de familia, abuelas, hermanas, etc.), porque comunitariamente son las más involucradas y afectadas por lo que la discapacidad significa actualmente. Sin embargo, tras hacer una reflexión a fondo, decidimos ampliar el grupo de lectores a quienes que queremos llegar. La inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad es sólo verdadera con la inclusión de absolutamente todas las personas de la comunidad, en su gran arco iris de diversidad. Así, los hombres tienen también que estar involucrados en la búsqueda de la libertad, independencia y desarrollo de las mujeres, compartiendo roles y responsabilidades. Esta necesidad la han solicitado explícita y enérgicamente una gran cantidad de mujeres de las comunidades, a través de mis talleres. Ellas dicen que el hombre habitualmente huye de su responsabilidad como padre y mucho más cuando tienen un hijo con discapacidad; no se involucran en la rehabilitación y en el peor de los casos abandonan a la familia. Así pues, es importante que haya más hombres y padres de familia comprometidos, como Mario. Que sean conscientes, solidarios y amorosos con sus esposas y con sus hijas, y que luchen por los derechos humanos de las personas con discapacidad, por los de las mujeres, los niños, los jóvenes, los ancianos y los indígenas, entre otros. Sólo mujeres y hombres soñando y trabajando juntos pueden crear verdaderamente su propia comunidad. En realidad el tema de la discapacidad es un pretexto, una punta de lanza para reflexionar sobre nuestra vulnerabilidad, la de todos, nuestra inclusión, la de todos y nuestros derechos, los de todos. Deseo que esta guía sea un humilde instrumento para contribuir en la creación de un mundo mejor, libre, respetuoso y amoroso. Así es que la pongo en tus manos con la esperanza de que pueda ser como una semilla para soñar, pero siempre sembrando la semilla en la tierra. Carmina |